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Lozano-Rivas, William Antonio

Pensamientos ambientales : ideas libres y un tanto razonadas de nuestro
entorno / William Antonio lozano-Rivas ; con escritos de Hebert Gonzalo
Rivera… et al. ; revisión técnica y colaboración de Lina Constanza Franco
Pardo.—Bogotá : Universidad Piloto de Colombia, 2013.

84 páginas

1. Medio Ambiente- Ensayos, conferencias, etc.

CDD 333.7

AUTORES

WILLIAM ANTONIO LOZANO-RIVAS

Es Ingeniero Ambiental y Sanitario de la Universidad de La Salle, con estudios de Doctorado en Biotecnología de la Universidad Internacional de Andalucía, la Universidad de Málaga y la Universidad de Córdoba en España. Tiene una Maestría en Ingeniería del Agua de la Universidad de Sevilla y es Experto, por la Universidad de Salamanca, en Tecnología del Agua. Adelantó estudios de posgrado en Creación de Modelos en Ecología (España) y Ciencias Hidrológicas en Estados Unidos. Le fue otrogado por el parlamento Europeo, el Premio a la Cooperación al Desarrollo (Development Co-operation Prize) por su trabajo de investigación en tecnologías apropiadas para la potabilización del agua. Se ha desempeñando profesionalmente en diferentes ámbitos para entidades públicas y privadas y como profesor de varias universidades en Colombia y Europa. Es autor de varios libros, artículos y de más de una decena de capítulos de libro. Actualmente, es docente investigador de la Universidad Piloto de Colombia, para el programa en Administración y Gestión Ambiental.

william

MARITZA DUQUE GUTIÉRREZ

Es Ingeniera Agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia con Maestría en Ciencias Ambientales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y estudiante de Doctorado en Conservación y Gestión del Medio Natural de la Universidad Internacional de Andalucía y la Universidad de Huelva. Se desempeña como investigadora en socioecosistemas urbanos del Laboratorio de Socioecosistemas de la Universidad Autónoma de Madrid.

Maritza

HEBERT GONZALO RIVERA

Es Ingeniero Hidrólogo y PhD. en Ciencias Técnicas e Hidrología Continental de la Universidad Estatal Hidrometeorológica de Rusia. Tiene una Maestría en Ecología Hidrometeorológica del Instituto Hidrometeorológico de Rusia. Entre sus múltiples e importantes cargos, se ha desempeñado como subdirector de Hidrología en el IDEAM y como Subdirector de Administración de los Recursos Naturales y Áreas Protegidas de la CAR. Cuenta con una importante producción científica y académica, así como varios reconocimientos nacionales e internacionales en su campo de estudio.

Hebert

ALEJANDRO ARANGO RAMÍREZ

Es Administrador Ambiental de la Universidad Tecnológica de Pereira con estudios de Maestría en Economía de la Universidad de Los Andes. Su trabajo investigativo se enfoca en la economía ambiental y en los instrumentos de pago por servicios ambientales y costos de ajuste en agricultura asociados al cambio climático. Actualmente se desempeña como docente e investigador en la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Piloto de Colombia.

Ale

JUAN CARLOS QUINTERO VÉLEZ

Es Biólogo y Magister en Gestión Ambiental para el Desarrollo Sostenible de la Pontificia Universidad Javeriana, con Especialización en Gerencia Educativa de la Universidad de la Sabana. Cuenta con una extensa trayectoria académica en varias universidades, con participaciones en varios proyectos de investigación. Actualmente, es docente investigador de la Universidad Piloto de Colombia para el programa en Administración y Gestión Ambiental y asesor de proyectos especiales de la Cámara Colombo Japonesa de Comercio e Industria.

Juan

LINA CONSTANZA FRANCO PARDO

Es Bacterióloga de la Universidad de los Andes y Magister en Desarrollo y Saneamiento Ambiental de la Pontificia Universidad Javeriana. También es Máster en Ecoauditorías y Planificación Empresarial del Medio Ambiente del Instituto de Investigaciones Ecológicas de Málaga. Posee una importante trayectoria como asesora y consultora de varias entidades educativas, ambientales y de salud, ocupando importantes cargos en diversas instituciones. Cuenta con una extensa producción académica y científica, que ha sido reconocida internacionalmente. Actualmente, es la Decana de la Facultad de Ciencias Ambientales y del Programa de Administración y Gestión Ambiental.

Linda

PAULO ANDRÉS ROMERO LARRAHONDO

Es Diseñador Industrial de la Universidad Nacional de Colombia y Magister en Saneamiento y Desarrollo Ambiental de la Universidad Javeriana. Actualmente es profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia y cursa sus estudios de doctorado en la misma universidad. Tiene una importante trayectoria como catedrático y profesor de importantes universidades del país, así como Consultor y Especialista Ambiental Internacional. Es autor de varios libros, artículos y capítulos de libro. Adicionalmente, se desempeña como docente investigador de la Universidad Piloto de Colombia, para el programa en Administración y Gestión Ambiental.

Paulo

parteI

PARTE I: LIBRES

Nuestro ambiente: Una visión exo-planetaria

¡Wow!... Inicio este párrafo con la famosa interjección que profirió el astrónomo Jerry Ehman, voluntario del proyecto SETI -Search for Extraterrestrial Intelligence, cuando el radiotelescopio Big Ear (el cual envía y recibe constantemente señales de radio con la esperanza de encontrar algunos Alienígenas Inteligentes o acaso iguales de desocupados a los terrícolas) captó una señal de 72 segundos proveniente de la constelación de Sagitario, el 15 de agosto de 1977, y que se constituía en una esperanzadora respuesta a nuestros constantes mensajes enviados desde este minúsculo planeta hacia el inmensurable e ignoto cosmos. ¡Al fin parecía que alguna Civilización Extraterrestre hubiera tenido la gentileza de habernos contestado!

Pero, ¿por qué hablar de Alienígenas? (lo escribo con mayúscula inicial para no herir la susceptibilidad de estos seres, si es que la tienen) ¿Y qué tienen que ver los extraterrestres con lo que voy a hablarles? ¿Cuál es su relación con el Ambiente? En épocas cuando éstos se ponen nuevamente de moda gracias a los medios de comunicación, a especiales de varios canales internacionales que retoman casos muy sonados, así como a los avistamientos de la Fuerza Aérea Mexicana y a tantos testimonios (los índices de desempleo continúan creciendo) en tantos otros lugares del globo, llegan algunas ideas “absurdas” a mi mente que podrían dar respuesta a muchas de las siguientes inquietudes: ¿Por qué ellos no nos ofrecen pruebas irrefutables de su existencia? ¿Por qué atraviesan todo el cosmos para venir a examinar algunas “pendejadas” y luego se largan sin dejar alguna prueba convincente de su presencia? ¿Por qué se manifiestan de una forma tan elusiva y lejos de personas serias o instituciones creíbles?

La respuesta debería ser muy sencilla desde una visión exo-planetaria, por llamarla de alguna manera: este planeta es, de hecho, una vergüenza no sólo moral, sino también ambiental. Quizá con fines de verificación y hasta de morboso amarillismo, estas esquivas formas de vida nos “hacen coquitos” de vez en cuando para deleitarse en nuestra insensatez; aparecen en regiones de conflicto bélico, seguramente para mofarse de nuestra irracional, palurda, sanguinaria y cruel estupidez que ellos contemplan cual espectáculo circense interplanetario o “fiesta brava” cósmica. Estudian nuestras aguas, nuestro aire, nuestro suelo, lo que cultivamos y hasta nuestros propios organismos preguntándose cómo “demonios” hacemos los homo-sapiens para vivir entre todo ese veneno y resistirlo. No vienen en grandes y visibles cantidades porque temen contagiarse de ‘ébola’, ántrax, SIDA o cualquier otro mal parecido que nuestros geniales científicos, cuya capacidad siempre es bien aprovechada por avivatos de intenciones egoístas y macabras, han desarrollado mediante manipulación intencionada en los mejores laboratorios del mundo o, simplemente, en sus confundidas cabezas.

No desean padecer de amebiasis, ni de ninguna otra enfermedad entérica causada por el agua que nosotros poluímos permanentemente con nuestra ingente carga de tósigos, residuos y excrementos. Imaginándolo bien, lo que sucede es que una diarrea los pondría en una situación particularmente cómica -no cósmica-, ante la dificultad de manejar un mal de estómago en el interior de su transporte interplanetario; peor aún, temen envenenarse con aquellas que arrastran las descargas tóxicas industriales que intentamos alejar de nuestros contaminados núcleos urbanos. Se mantienen, además, a prudente distancia de los fétidos olores, de la podredumbre y de las deplorables condiciones de los mal llamados “rellenos sanitarios” que, con supina ignorancia o deshonesta actitud fueron planeados o diseñados o construidos o administrados y cuyas protuberantes fallas parecen quedar encubiertas con este bello apelativo ingenieril.

Evitan venir muy a menudo porque los gases de invernadero y su efecto de recalentamiento global, los “sancocharían” vivos; prefieren asomarse en las noches ya que una prolongada exposición bajo el “astro-rey” les causaría melanomas, en esta atmósfera cada vez más degradada que deja la superficie terrestre -y a todo ser viviente sobre ella- a merced de los nocivos rayos UV. No vienen a las grandes ciudades porque el smog fotoquímico, que se cierne como una túnica envenenada sobre nuestras cabezas (aún en las inútiles, ambientalmente hablando, jornadas de Día sin Carro), corroería el material de sus naves interestelares y porque los saturados campos electromagnéticos atmosféricos y la intrincada malla de radiaciones microondas de las telecomunicaciones, acabarían quizá por “entumorarles” el cerebro. Se asoman prevenidos por las cultivadas planicies y las praderas de pastoreo para evitar caer en la tentación de probar esos llamativos y peculiares alimentos transgénicos y demás OMG (Organismos Modificados Genéticamente) que -como piensan quizás infundadamente muchos terrícolas-, acabarían por generarles vergonzosas mutaciones y fallas orgánicas que nuestros genios al mando de poderosas multinacionales quizás tienen sólo reservadas para nosotros los humanos.

Mejorar esta diminuta “aldea global” y hacer más amigable nuestro planeta (con lo que quizás mejoraría también el turismo intergaláctico) no es un objetivo imposible pero sí una tarea muy compleja en la que el lioso conflicto de intereses pareciera desalentar nuestro entusiasmo y superar nuestras capacidades de respuesta. Pero más vale que los profesionales ambientales (que no ambientalistas) nos llenemos de conocimiento y nos armemos de voluntad, de compromiso desinteresado y de espíritu “guerrero” para enfrentar la problemática. Dediquemos unos minutos al día para generar ideas, formular proyectos y plantear alternativas con las que podamos “mimar” este planeta azul que no se cansa de ofrecernos su riqueza y, a cambio, expoliamos sus recursos y le entregamos polución. No quiero con estas afirmaciones expresar un inconformismo extendido y a ultranza, por el contrario, veo con agrado que hemos avanzado en este propósito -tan técnico como amoroso-, de poner la ingeniería, la ciencia y la tecnología, al servicio del ambiente. No obstante, quienes están a la cabeza de las grandes naciones y quienes desde la oscuridad manejan los hilos de poder en el planeta, parecen no ver, ni oír… ciegos y sordos insensatos que sólo son sensibles a las ganancias personales, a los grandes intereses económicos y a los dividendos inmediatos.

Mi ánimo no es el de polemizar ni el de hacer controversia. Sin querer ser pesimista, veo muy cercana la posibilidad de que la especie humana acabe por morder el polvo y ésta quizá, sea la única manera de que pensemos y nos decidamos por un desarrollo coherente y respetuoso con nuestro entorno: el ‘Desarrollo Sostenible’ tan orgullosamente pronunciado y tan tímidamente practicado… quizá porque es aún inentendible. Los extraterrestres o alienígenas, para tristeza de muchos optimistas, difícilmente pretenderán solucionar nuestros problemas; “ellos” son simples espectadores de nuestro doloroso aprendizaje y admiradores de nuestra increíble capacidad de supervivencia. Tal vez por eso jamás han vuelto a respondernos y el radiotelescopio Big Ear sigue aguardando, paciente pero infructuoso, esa señal que nos saque de la duda que ellos no están dispuestos a despejar todavía.

Como mencionaba en una editorial el doctor Fernando Jiménez del Oso1, en definitiva, sólo somos una civilización infantil y primitiva que ha de luchar para sobrevivir a su crisis de “puerilidad” antes de estar en condiciones de comprender el comportamiento de los “adultos” y que éstos se dignen dirigirle la palabra. Por mi parte, aguardo con anhelo la llegada de ese gran día en el que un cambio de conciencia nos haga comprender nuestro papel en el Planeta y en el cosmos. Igual, en este momento tecnológico, muchos dirán “pero aún no es tan grave”, porque, a pesar de todo, no nos sentimos tan incómodos (como deberíamos) con respecto al ambiente; por ahora, como dicen las nuevas generaciones terrícolas, “la hemos sacado barata”.

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1 Siquiatra y periodista español, ex-director de la revista Enigmas del hombre y el universo. Q.E.P.D.

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Dinero e innovación en lo bélico. ¿Y lo ambiental?