portada ebook

Título original: THE YAMAS & NIYAMAS - EXPLORING YOGA’S ETHICAL PRACTICE

Traducido del inglés por Antonio Gómez Molero

Diseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

Diseño y maquetación de interior: Toñi F. Castellón

© de la edición original

2009, Deborah Adele

Traducción de la edición en inglés de The Yamas & Niyamas - Exploring Yoga’s Ethical Practice, de Deborah Adele

© de la presente edición

EDITORIAL SIRIO, S.A.

C/ Rosa de los Vientos, 64

Pol. Ind. El Viso

29006-Málaga

España

www.editorialsirio.com

sirio@editorialsirio.com

I.S.B.N.: 978-84-18000-15-7

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Dedicado a

Yopirajchala, que hizo vibrar estas diez directrices en mi vida, y a todos los seres sintientes a quienes espero que beneficie esta exploración.

AGRADECIMIENTOS

Un libro nunca se escribe en solitario; con gran humildad reconozco esta verdad. Mi amor y gratitud más profundos a todos aquellos cuya participación hizo posible esta obra; sus voces se encuentran en estas páginas y también en mi corazón.

Mi más profunda gratitud a los sabios y maestros que forman parte de la tradición del yoga y que compartieron altruistamente con Occidente la riqueza de dicha tradición, brindando una nueva dimensión de conocimiento, equilibrio y oportunidad a la conciencia occidental. Rezo para que en Occidente seamos dignos de este regalo y podamos emplear esta sabiduría de manera que alcance a toda la humanidad y se expanda por toda la Tierra.

Toda mi gratitud a Yogiraj Achala, cuyo amor y enseñanza me han reintegrado partes de mí misma.

Mi más profundo agradecimiento a Vyaas Houston, del American Sanskrit Institute, por su generosa orientación en la escritura del sánscrito. Su carácter es impecable y su amor por el sánscrito es a la vez conmovedor y edificante. Por favor, visita su página web www.americansanskrit.com.

Muchas gracias a Catalina Larsen por compartir sus ideas y su creatividad en los hermosos haikus * que dan inicio a cada capítulo. Su aportación ha enriquecido este libro.

Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a mi socia y amiga Ann Maxwell, que encarna las directrices que se recogen en estas páginas. Aunque las palabras de este libro son principalmente mías, proceden de nuestro trabajo conjunto como socias a lo largo de los años y representan los pensamientos y la experiencia de ambas. A lo largo de todo el libro oirás la pureza de su voz y la audacia con la que vive su vida. Decidimos basar nuestra asociación en la práctica mutua y consciente de estas pautas; gracias a esta decisión hemos mantenido nuestra frescura y capacidad.

Mi agradecimiento a Jill Pospisil, cuyo apoyo, comentarios editoriales e incansable labor de investigación aportaron claridad e integridad a este libro. Gracias al doctor Phil Nuernberger, cuyo constante apoyo y estímulo me ayudaron a seguir adelante; Phil ha sido un maestro importante en mi vida. Mi gratitud al reverendo Douglas Dirks, a Dharmi Cunningham y a Ron Johnson, que tuvieron la amabilidad de leer, orientar y animar las páginas de este libro; su disposición y su amor fueron unos cimientos sólidos y un fuerte impulso para escribir.

Gracias a Brooks y Coral Anderson, que me proporcionaron generosamente una cabaña rústica en Lake Superior, donde el silencio me ayudó a escribir. Gracias también a Nancy Hanson-Bergstrom y John Bergstrom, Catherine y Lauren Larsen, y Ron Johnson, que compartieron sus casas conmigo como espacio de escritura.

Gracias a los editores, Sara Duke y David Devere, que me mantuvieron animada y motivada con su claridad, ideas y amor por los libros. Transformaron este proceso en una aventura divertida y creativa; les agradezco que se arriesgaran.

Gracias a Michelle Skally Doilney y Debbie Nuern­berger, que me dieron permiso para cerrar la puerta y escribir.

Mi gratitud a la increíble comunidad que practica y aprende en Yoga North Studio, en Duluth (Minnesota); su extraordinaria dedicación y compromiso me han conmovido profundamente.

Mi gratitud y amor a mi familia y amigos, que me aportan el espacio para vivir la práctica de estas pautas y me aman incondicionalmente.

Y, por último, mi más profundo amor y gratitud a mi esposo, el reverendo Doug Paulson; no hay palabras para expresar su incansable apoyo, amor y ­complicidad. Doug sigue estimulando mi pensamiento, es un ejemplo de altruismo, me anima a explorar y le pone humor a la monotonía transformando cada día en una gran aventura.


* En la traducción al castellano se ha perdido la métrica del haiku (tres versos de 5, 7, y 5 sílabas), que sí se había respetado rigurosamente en la versión original.

PRÓLOGO

En mi escritorio de trabajo tengo una de mis tazas favoritas llena de bolígrafos y lápices. Me la regaló uno de mis hermanos hace muchos años y aún hoy sigo sonriendo cada vez que la miro. En la taza pone:

Cosas para hacer hoy:
Detener la carrera armamentística.
Pasarme el hilo dental.

Menciono la taza porque no solo me mantiene conectada a los ideales elevados de mi vida y a sus aspectos prácticos, sino que además representa la esencia de los yamas y niyamas. Estas diez pautas nos dan una visión de las posibilidades de la existencia humana y al mismo tiempo nos proporcionan la orientación práctica para tomar decisiones sabias a cada momento de nuestra vida diaria.

Todos queremos vivir bien. Seamos sinceros, al final lo que cuenta no es lo mucho que tengamos ni lo mucho que logremos. Lo importante es lo bien que participemos en nuestra propia vida, tanto en la rutina cotidiana como en las sorpresas extraordinarias; cómo nos sentimos por dentro al poner la cabeza en la almohada. ¿Nos vamos a la cama con un sentimiento de alegría y bienestar? ¿O dejamos caer la cabeza sobre la almohada con pensamientos de enojo, amargura, impotencia, frustración, decepcionados con nosotros mismos o quejándonos?

Ser humano es complicado. Vivimos con un sinfín de opciones confusas y contradicciones. Como individuos que viven entre otros seres vivos, tenemos que encajar nuestras propias necesidades personales dentro de las de la comunidad. Como Espíritu que habita en un cuerpo humano, hemos de vivir dentro del potencial de nuestros sueños ilimitados y de nuestra realidad física limitada. En medio de nuestra indecisión y confusión, estas pautas son como ayudas que nos llevan a adentrarnos más profundamente en nuestra propia autenticidad y en una vida más rica y más completa de lo que jamás podríamos imaginar, simplemente porque estamos viviendo con una mayor capacidad y conciencia.

Esto puede parecer fácil pero no lo es. ¿Cómo logramos controlar nuestras decisiones cuando la vida parece zarandearnos de un lado a otro con sus altibajos y sus múltiples exigencias y hay infinidad de voces diciéndonos qué es lo que nos falta y qué es lo que falla en nosotros? ¿Cómo conseguimos esa capacidad cuando vemos que seguimos haciendo lo que nos prometimos que nunca volveríamos a hacer o cuando acabamos de gritarle a nuestro hijo o a nuestra pareja y nos sentimos fatal? ¿Cómo logramos esa capacidad de elección cuando nos sentimos atrapados en un trabajo sin futuro que nos chupa la energía o cuando nos hemos atiborrado de chocolate y nos estamos machacando con mensajes de desprecio?

Seguramente la aventura más grandiosa que podemos emprender como seres humanos sea la de adquirir la capacidad de elegir nuestra actitud, elegir lo que pensamos y elegir lo que hacemos. En la película Last Holiday [Las últimas vacaciones] Georgia Byrd, desconcertada por el descubrimiento de que solo le quedan tres semanas de vida, decide hacer realidad sus sueños. Sufre una asombrosa transformación de carácter y pasa de repente de ser una mujer tímida atrapada en su forma de percibir la realidad a lanzarse con valentía a vivir la vida que siempre había querido vivir.

Para cambiar no necesitamos una sentencia de muerte. Tenemos la opción de lanzarnos a vivir con valentía y tomar la vida en nuestras manos en este mismo momento, y las diez pautas del yoga, los yamas y niyamas, pueden ser la rampa que nos ayude a dar ese salto para vivir la vida que queremos. Bajo su orientación, la turbulencia y los problemas que suelen ser parte habitual de nuestra vida comienzan a disiparse.

El resultado de una vida vivida a plena capacidad no es otro que la dicha. No la clase de dicha que viene cuando las cosas nos salen como queremos y que desaparece con la misma rapidez, sino la que brota de dentro. Esa clase de dicha que surge de nuestra sensación de dominio, de saber que estamos preparados para cualquier cosa que la vida nos ponga por delante. Tal vez no haya nada que planificar sino solo una vida que hay que disfrutar... o no. ¿Qué opción eliges?

ACERCA DE LA AUTORA

Deborah Adele es licenciada en Estudios Liberales y Teología y Estudios Religiosos. Es miembro de Yoga Alliance y maestra certificada en yoga, Kundalini yoga, Hatha Yoga, yogaterapia y meditación. También ha recibido formación como terapeuta Gestalt y en educación somática. Durante más de catorce años combinó su conocimiento práctico de los negocios y su profunda comprensión de la filosofía del yoga para crear Yoga North, que se ha convertido en un próspero centro de yoga. En la actualidad escribe, enseña, asesora y se dedica a su propia práctica personal.

Deborah trabajó durante tres años como consultora en una empresa de Boulder (Colorado), donde combinó el concepto de cuerpo y respiración con ­habilidades de desarrollo organizacional para mejorar el liderazgo y la administración en varios negocios de todo el país. Escribió periódicamente una columna sobre bienestar para el Duluth News Duluth y es autora de dos CD, The Art of Relaxation y The Practice of Meditation. En la actualidad es directora de Adele & Associates, una empresa cuyo objetivo es aumentar la claridad, la productividad y la capacidad de vivir de una manera adecuada en individuos y corporaciones. Deborah es una pensadora entusiasta e innovadora, y, en cualquier sitio en el que se encuentre, utiliza de forma constante su conocimiento y su formación para apoyar a los demás a vivir en un estado de equilibrio, claridad y bienestar.

Además de su experiencia en el mundo de los negocios y el yoga, ha realizado varios viajes de estudio y exploración a la India. Cree que es importante preguntarse continuamente «¿qué significa ser humano?», poniéndonos en situaciones en las que podamos someternos a desafíos y experimentar cambios, diciéndonos la verdad a nosotros mismos y sentándonos diariamente a reflexionar, meditar o practicar alguna forma de ­oración.

Actualmente, Deborah reside con su esposo, Doug, pastor luterano, en Duluth, Minesota, donde siguen disfrutando de conversaciones animadas sobre la espiritualidad. Su vida se ha enriquecido gracias a sus dos hijos y cuatro nietos.

¿QUÉ SON LOS
YAMAS Y NIYAMAS?

Los yamas y niyamas son la base de todo el pensamiento yóguico. El yoga es un sistema sofisticado que va mucho más allá de las posturas físicas; es literalmente una forma de vida. El objetivo del yoga es hacerte cada vez más consciente no solo de tu cuerpo, sino también de tus pensamientos. Las enseñanzas son una metodología práctica que, paso a paso, aporta comprensión a cada experiencia, al tiempo que te señala el camino hacia la siguiente. Son como un mapa detallado que te dice dónde estás y cómo buscar el próximo hito. Te ayudan a tomar el control de tu vida y te dirigen hacia la plenitud que buscas.

Los yamas y niyamas pueden considerarse pautas, principios, disciplinas éticas, preceptos, o restricciones y reglas. Suelo imaginármelos como joyas, porque son las raras gemas de la sabiduría que orientan hacia una vida gozosa y bien vivida. En la filosofía del yoga, estas joyas constituyen las dos primeras etapas de la senda de ocho pasos. 1

A las primeras cinco joyas se las denomina yamas, un término sánscrito que se traduce como «restricciones» e incluye no violencia, veracidad, no robar, moderación y no ser posesivos. A las últimas cinco joyas se las conoce como niyamas o «reglas», y son pureza, contentamiento, autodisciplina, introspección y rendición. Muchas guías de conducta ética pueden abrumarnos con sus conceptos o hacernos sentir encajonados a una serie de reglas. Las pautas del yoga no restringen nuestra vida, sino que la abren más haciéndonos vivir con mayor plenitud, y fluyen fácilmente entre sí de manera práctica y fácil de entender.

No violencia, la primera joya, constituye la base de las demás pautas, que a su vez realzan el significado de esta y ponen de relieve su riqueza. La no violencia es una actitud adecuada para relacionarse con los demás y con uno mismo que no consiste ni en el autosacrificio ni en el engreimiento. Este principio nos guía a vivir juntos, compartir los bienes y hacer lo que deseemos siempre que no causemos daño a los demás ni a nosotros mismos.

Veracidad, la segunda joya, se asocia con la no violencia. La unión de estas dos pautas genera una danza poderosa entre lo que aparentemente serían dos opuestos. Podemos entender esta afirmación cuando empezamos a practicar el decir la verdad sin herir a nadie. Al funcionar juntas, la veracidad impide que la no violencia sea cobarde, mientras que la no violencia impide que la veracidad se convierta en un arma brutal. Al bailar en perfecta conjunción, crean un espectáculo grandioso. Su unión es ni más ni menos que la máxima expresión de un amor profundo. Y cuando hay motivos para la discordia o la confusión entre ambas, la veracidad se inclina ante la no violencia. En primer lugar y por encima de todo, no hacer daño.

No robar, la tercera joya, guía nuestros intentos de buscar el contentamiento fuera de nosotros y nuestra tendencia a hacerlo. A menudo, la insatisfacción con nosotros mismos y con nuestras vidas nos lleva a buscar en el exterior y tendemos a robar lo que legítimamente no nos pertenece. Les robamos a la Tierra, a los demás y a nosotros mismos. Nos robamos nuestra propia oportunidad de crecer y convertirnos en alguien que tiene el derecho a vivir la vida que desea.

Moderación, la cuarta joya, ha sido interpretada frecuentemente como celibato o abstinencia. Aunque ciertamente esta podría ser una interpretación de la moderación, su significado literal es «caminar con Dios». Sean cuales sean tus creencias sobre lo divino, este principio implica una conciencia de lo sagrado en todas nuestras acciones y una atención a cada momento que nos lleva a una actitud de sacralidad. Desde este lugar de santidad, se establece una línea divisoria para dejar atrás el exceso y vivir dentro de los límites de lo que es suficiente. Si hemos estado practicando no robar, automáticamente nos encontraremos preparados para practicar esta pauta.

No ser posesivos, la quinta y última joya de las pautas conocidas como yamas, nos libera de la codicia. Nos recuerda que aferrarnos a la gente y a los objetos materiales solo nos pesa, convierte la vida en una carga y hace que nos sintamos decepcionados. Al soltar, nos liberamos y disfrutamos más; la vida se vuelve una experiencia expansiva y fresca.

Si hemos empezado a poner en práctica las primeras cinco joyas, notaremos que es como si dispusiéramos de más tiempo y en nuestras vidas hubiera más espacio para respirar. Parece que los días empiezan a deslizarse con más ligereza y suavidad. El trabajo resulta más agradable y nuestras relaciones con los demás son más fáciles. Nos gustamos un poco más; caminamos con mayor viveza; nos damos cuenta de que necesitamos menos de lo que creíamos, disfrutamos más. Al comenzar nuestro estudio de las últimas cinco joyas o niyamas pasamos a un reino más sutil y a un lugar de reposo interior, un lugar que para nosotros es como unas vacaciones.

Pureza, la sexta joya, es una invitación a limpiar nuestros cuerpos, nuestras actitudes y nuestras acciones. Nos pide que purifiquemos nuestros actos para poder acercarnos más a las cualidades vitales que buscamos. Este precepto también nos invita a purificar nuestra manera de relacionarnos con lo que más nos importa en el momento. Es la cualidad de estar en sintonía en nuestra relación con los demás, con la tarea que nos ocupa y con nosotros mismos.

Contentamiento, 2 la séptima joya, no se puede buscar. En realidad, todo lo que hacemos para sentirnos plenos interfiere en nuestra propia satisfacción y en nuestro bienestar. El contento solo puede encontrarse en la aceptación y la apreciación de lo que sucede en el momento. Cuanto más aprendamos a dejar en paz «lo que hay», más nos encontrará el contentamiento a su manera silenciosa y decidida.

Autodisciplina, la octava joya, literalmente significa «calor» y también puede traducirse como «catarsis» o «austeridad». Es cualquier cosa que nos impacte haciéndonos cambiar. El cambio nos convierte en pesos pesados espirituales en el juego de la vida; es la preparación para nuestra propia grandeza. Todo el mundo sabe lo fácil que es ser positivo cuando las cosas nos van bien, pero ¿qué hay de esas veces en que la vida nos reparte malas cartas? ¿Quién eres en esos momentos? Esta directriz es una invitación para que busques deliberadamente desarrollar tu fortaleza de carácter y te pregunta: «¿Puedes confiar en el calor? ¿Puedes confiar en la propia senda del cambio?».

Introspección, la novena joya, es la búsqueda del conocimiento de nosotros mismos; consiste en estudiar lo que nos impulsa y lo que nos moldea porque estas son las causas de las vidas que vivimos. La introspección nos pide que prestemos atención a las historias que nos contamos sobre nosotros mismos y nos demos cuenta de que estas historias crean la realidad de nuestras vidas. En última instancia, este principio nos invita a liberar la falsa y limitante autopercepción que nos ha impuesto nuestro ego y a conocer la verdad de nuestro ser divino.

Rendición, 3 la décima joya, nos recuerda que la vida sabe mejor que nosotros lo que tiene que hacer. A ­través de la devoción, la confianza y el compromiso activo, podemos recibir cada momento con el corazón abierto. En lugar de nadar a contracorriente, la rendición es una invitación a dejarse llevar por la corriente subyacente, disfrutar del viaje y admirar el paisaje.

En este libro a cada yama y niyama se le ha asignado su propio capítulo, en el que la filosofía de la pauta va entrelazada con ejemplos prácticos e historias. Al final del capítulo, he incluido una lista de preguntas que te servirá de guía para la reflexión. Te animo a que lleves un diario o formes un grupo de estudio para ayudarte a profundizar en el compromiso con tu aprendizaje y contigo mismo.


AHIMSA

La tormenta ruge sobre mí.
Calmo mi corazón y envío
lazos de paz.

C. L.

AHIMSA: NO VIOLENCIA

Al principio, en la película Karate Kid, el señor Miyagi le parece a Daniel, de diecisiete años, un anciano tonto, bastante inofensivo. El señor Miyagi es humilde y sencillo; se pasa horas sentado tratando de atrapar moscas con unos palillos, cuida sus bonsáis y da la impresión de que ni siquiera pestañea cuando lo provocan. Pero a medida que avanza la película y los matones amenazan a Daniel y al señor Miyagi, este comienza a defenderse. Daniel se da cuenta entonces de la increíble capacidad de este anciano que se enfrenta diestramente a un equipo de oponentes de karate más fuertes y jóvenes que él. A partir de ese momento, el señor Miyagi se convierte en su mentor en el arte de la defensa eficaz, la amistad verdadera y el arte de vivir.

En el pensamiento oriental la no violencia se valora tanto que se erige como núcleo y fundamento de toda la filosofía y la práctica del yoga.

Quizá a nosotros la no violencia nos parezca como le pareció en un principio el señor Miyagi a Daniel. Es decir, tan poca cosa y con un carácter tan pasivo que ­fácilmente podríamos ignorar su presencia y la sutileza de su poder, y extrañarnos de que se le dé importancia. Y, sin embargo, en el pensamiento oriental, la no ­violencia se valora tanto que se erige como núcleo y fundamento de toda la filosofía y la práctica del yoga. Es como si los yoguis nos estuvieran advirtiendo de que mientras no enraicemos nuestras vidas y acciones en la no violencia, todo lo que alcancemos será efímero. Todos nuestros logros y éxitos, esperanzas y alegrías se erigen sobre un terreno inestable si no se apoyan en los cimientos construidos por la no violencia.

Matar y hacer daño físico son formas muy burdas de violencia que se ven y se entienden fácilmente. Sin embargo, la no violencia también tiene muchas consecuencias sutiles. Cuando nos sentimos apurados, temerosos, impotentes o desequilibrados y nos tratamos a nosotros mismos con dureza, podemos hablarnos en un tono despiadado e incluso explotar en un arrebato violento. A medida que nos volvemos más conscientes de estos matices aprendemos que nuestra capacidad de tratar a los demás de forma no violenta está directamente relacionada con nuestra capacidad de no ser violentos con nosotros mismos. Nuestra fuerza interior y nuestro carácter determinan nuestra capacidad de sentirnos en paz en nuestro hogar y en el mundo.

En las películas de Karate Kid, Daniel no estudió karate en una escuela. Lo que hizo fue adquirir destreza en esta disciplina aprendiendo a moverse mientras ­realizaba tareas diarias como encerar coches, lijar madera y pintar vallas. De la misma manera, desarrollamos nuestra capacidad de ser no violentos aprendiendo a enfrentarnos a los desafíos cotidianos de la vida y abordando lo que nos impulsa a ceder a nuestra tendencia a la violencia. Ahimsa o la no violencia, literalmente «no hacer daño», nos inspira a sacar la mejor y más brillante versión de nosotros mismos. Nuestra capacidad de ser no violentos depende de que practiquemos diligentemente el coraje, el equilibrio, el amor hacia nosotros mismos y la compasión por los demás.

DESCUBRIR NUESTRO CORAJE

Solo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver que el miedo abunda. Lo encontramos en esos rostros cobardes que miran hacia otro lado, en los ataques violentos, en los muros que alzamos para protegernos, en montañas de posesiones materiales, en innumerables palabras y gestos desagradables. Vivimos en un mundo abundante y, sin embargo, los acaparadores se quedan con más de lo que les corresponde y dejan a los demás sin nada. Se declaran y se libran guerras para apoderarse de la riqueza y mantener el poder. En todo el mundo el abuso y el horror pisotean la inocencia de los niños. Si observamos con atención, podemos llegar a la raíz de todos estos actos de avaricia, control e inseguridad: el miedo. El miedo genera violencia.

Para empezar a abordarlos, hemos de conocer la diferencia entre los temores que nos mantienen vivos y los que nos impiden vivir. El primer tipo de temor es instintivo y nacemos con él para asegurar nuestra supervivencia. El segundo tipo es el miedo a lo desconocido. Lo desconocido puede llegar a ser un espacio de abundancia que podremos explorar una vez que comprendamos que este miedo vive únicamente en nuestra imaginación. Es solo nuestra mente la que ha creado la agitación en nuestras entrañas y nos impide sacar partido a todas las posibilidades de que disponemos en la vida.

En mi caso, un ejemplo de miedo que vive solo en la imaginación podría ser el paracaidismo. La idea de saltar de un avión a gran altitud y tener que acordarme de abrir el paracaídas en un momento determinado me provoca escalofríos por toda la columna vertebral y un tremendo rugido de pánico en las tripas.

Todo esto está sucediendo en mi cuerpo en este mismo momento, y sin embargo nunca me he lanzado en paracaídas. Para enfrentarme a este miedo, primero me imaginaría la escena con una connotación distinta. La asociaría, por ejemplo, con aventura y diversión; sintiéndome segura y tranquila mientras salto. Y después, si de verdad descubriera mi coraje, llamaría a un piloto.

Buscar a las personas y las experiencias que normalmente evitamos nos proporciona un terreno fértil para aprender cosas nuevas sobre la vida y sobre ­nosotros mismos. Incluso aquellos que podríamos llamar enemigos tienen mucho que enseñarnos. La gente que antes hemos evitado nos enseñará nuevas formas de pensar y nos revelará aspectos de nosotros mismos. A medida que nos atrevamos a afrontar nuestros temores relacionados con determinadas personas y experiencias, descubriremos que nuestra autoconciencia ha crecido. Nuestra visión se ha expandido; de repente el mundo nos parece más grande, y tenemos más capacidad de desenvolvernos en él. Al ir abriéndonos a estos nuevos espacios, nuestras men­tes y nuestros corazones se ensanchan y tenemos menos necesidad de ser violentos. Por lo tanto, crear una vida y un mundo libres de violencia consiste ante todo en descubrir nuestro propio ­coraje.

Crear una vida y un mundo libres de violencia consiste ante todo en descubrir nuestro propio coraje.

El coraje no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de sentir miedo sin quedarse paralizado. El coraje se descubre al enfrentarnos a nuestros temores: los pequeños, los grandes, los ridículos y los realmente enormes, aterradores. A menudo, para vivir la plenitud a la que nuestra propia vida nos invita, tenemos que ser capaces de pasar miedo y, aun así, seguir adelante. Si nos mantenemos a salvo, ¿cómo crecerá nuestro coraje? Una de las razones del poder incomparable de ­Gandhi era que siguió adelante con su vida; no huyó cuando la vida se volvió excesivamente confusa o difícil. Siguió adelante y aprendió del momento, y al hacerlo se ­transformó en un líder extraordinario que nadie podía igualar y en una fuerza indomable. Para Gandhi, el miedo se convirtió en un estímulo para desarrollar su coraje.

DESARROLLAR EL EQUILIBRIO

El coraje nos exige ser la mejor versión de nosotros mismos y eso incluye el equilibrio. Piensa en las veces en que fuiste «desagradable» con los demás porque tenías mucho trabajo que hacer, habías tomado demasiada cafeína y azúcar o apenas habías pegado ojo en toda la noche. No hay duda de que el desequilibrio de nuestro organismo influye en la violencia, ya que el malestar que sentimos en nuestro interior encuentra la manera de expresarse en el exterior. El equilibrio crea armonía en nuestro interior, y la armonía interior se expresa de forma natural en acciones externas armoniosas. El doctor Phil Nuernberger enfatiza la importancia del equilibrio cuando dice: «La armonía profunda del equilibrio es mi bien más preciado y lo guardo celosamente».

El equilibrio surge de escuchar la orientación y la sabiduría de la voz interior.