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Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Maquetación y diseño interior: Toñi F. Castellón

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Dedicated to my dear sister Karen. Over fifty years of sharing laughter and tears, games and dolls, secrets and surprises, challenges and achievements. A sister is a treasure. Thank you for your big heart and for being you. Love you Sis!

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Dedicado a mi hermana Karen. Más de cincuenta años compartiendo risas y lágrimas, juegos y muñecas, secretos y sorpresas, retos y logros. Una hermana es un tesoro. Gracias por tu gran corazón y por ser tú. ¡Te amo, hermanita!

Nota de la autora

en agradecimiento a Antonio López,
coeditor de Editorial Sirio
(E. P. D.)

Querido Antonio:

No te imaginas cuánto te he recordado durante la creación de este nuevo libro. Desde tu partida de este plano, no paro de recibir informaciones sobre la urgencia de transmitir un mensaje importante para la humanidad: la necesidad de amarnos los unos a los otros. La sensación de que no queda tiempo está cada vez más presente, y nunca mejor dicho. Solo queda el ahora para reinventar nuestra historia como especie.

Entrego esta obra desde el amor incondicional a todos mis hermanos que habitan en la faz de la Tierra y los que están más allá del tiempo y el espacio. Somos una gran familia y ya toca recordarlo para que nuestro retorno a Casa tenga lugar en armonía y sin sufrimiento. Gracias por toda tu inspiración y cariño. Te tendré siempre presente, con una sonrisa dibujada.

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Prólogo

Las tradiciones espirituales de todos los tiempos han invitado al ser humano a despertar, y en muchas ocasiones han hecho referencia a un tiempo límite dentro del cual esto puede conseguirse. Un gran número de predicciones han apuntado a los tiempos que estamos viviendo como el preludio de una etapa de grandes convulsiones más allá de las cuales la humanidad (o lo que quedase de ella) inauguraría una época de esplendor.

En su visión y sentir respecto a este tema, basándose en la conexión con lo que ella denomina supermemoria (la memoria del alma), Suzanne Powell afirma que la humanidad entrará en una edad de oro si suficientes personas se «cualifican» para ello. Esta edad de oro se vivirá en un nuevo paraíso, que será o bien la Tierra renovada o bien otro mundo preparado al efecto.

La manera de cualificarse es optar por el amor incondicional. Este constituye la base de la vibración y las capacidades que deberemos desarrollar para pasar a ser versiones más elevadas de nosotros mismos y poder dar origen a una nueva humanidad. Además, en términos de Suzanne, cuando ejercemos el amor incondicional, cultivamos una vibración más elevada que impulsa nuestra más alta evolución. Esta es la herencia que nos llevaremos de este mundo, y ninguna otra.

Conviene que el lector no olvide esta visión fundamental mientras recorre las páginas en que Suzanne nos alerta en relación con lo que puede ocurrir. Ella misma insiste en que no se trata de crear alarmismo, pues lo corporal y lo material no es lo importante, en última instancia. Ahora bien, la transición a la edad dorada se presenta como un acontecimiento de extrema belleza largamente anhelado y que vale la pena que intentemos disfrutar. Para ello necesitamos seguir contando con nuestro cuerpo. El sentido de las advertencias de tipo «catastrófico» de Suzanne es que sepamos de antemano lo que puede acontecer para que podamos cuidar mejor de nosotros mismos; también para que estemos mejor preparados para ayudar a las personas que lo puedan necesitar.

En toda esta etapa, afirma Suzanne, estamos siendo asistidos por nuestros «hermanos cósmicos», y ellos serían los encargados de proceder a la «evacuación planetaria» si la Tierra estuviese a punto de ser inhabitable. Esto significaría que la humanidad tomaría contacto directo con ellos coincidiendo con el surgimiento de la nueva versión del ser humano. Tal vez haya lectores a quienes esto pueda parecerles ciencia ficción... A ellos les digo que Alfred L. Webre, que trabajó como futurista para la Administración de Jimmy Carter, creó la disciplina denominada exopolítica para sentar las bases de las relaciones diplomáticas que, según él, vamos a iniciar próximamente con los extraterrestres.

Desde luego, si el ser humano despierta al amor incondicional, pasa a ser una mejor versión de sí mismo e inaugura una edad de oro, podremos considerar que se ha graduado con honores de esta etapa de la evolución, y podrá muy bien ser que continúe su andadura integrado dentro de una sociedad universal. En esta situación, ya no podrá reincidir en su arrogancia, ni se sentirá nunca más solo o «dejado de la mano de Dios».

Si tienen lugar transformaciones del calado de las mencionadas, será impresionante. Pero si no ocurriese nada tan espectacular (grandes acontecimientos planetarios, el traslado a un nuevo paraíso, el despertar de capacidades especiales, la manifestación de seres de origen extraterrestre), ¿no valdría igualmente la pena que viviésemos mucho más a partir del amor? El resultado sería una mejora de las condiciones de vida de quienes más sufren, un incremento de la felicidad y un respeto mucho mayor hacia la naturaleza, entre muchas otras maravillas que se podrían añadir. Por lo tanto, sí: vale la pena que, como seres humanos, despertemos y entremos en contacto con la vibración de nuestra amorosa esencia. Es una apuesta ganadora en cualquiera de los casos.

FRANCESC PRIMS,

autor de Nuevos paradigmas

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Introducción

No hay tiempo

¿Has oído en alguna ocasión que se le acaba el tiempo a la humanidad? Desde las profecías espirituales que han fijado fechas para grandes cambios hasta la noción ecológica de que podemos haber cruzado el punto de no retorno, la idea de que queda poco tiempo antes de que ocurra algo muy grande o muy grave está presente en muchas conciencias. En mi caso, el sentimiento de urgencia se ha acentuado en los últimos tiempos a raíz de unos episodios que he vivido que han activado una alerta en mi interior.

En primer lugar, ¿queda poco tiempo para qué? Para que la humanidad siga disponiendo de la oportunidad de despertar al amor incondicional aquí, en nuestro planeta, dentro del formato de vida que conocemos.

En segundo lugar, ¿por qué queda poco tiempo? Porque podemos esperar que próximamente ocurran grandes acontecimientos planetarios que marquen un punto de inflexión en nuestro devenir colectivo.

En tercer lugar, ¿cuáles son las consecuencias de despertar o de no despertar al amor incondicional en el tiempo que queda? Son enormes desde el punto de vista del destino que nos aguarda, e incluso en términos de nuestra capacidad para la supervivencia.

Pero no querría asustarte. No serviría para nada e incluso sería contraproducente. En lugar de dejarte llevar por cualquier grado de miedo, considera lo siguiente: el amor incondicional al que estamos invitados a despertar, y que determinará nuestro destino, es una elección. Puedes elegirlo con la misma facilidad con que eliges el miedo. Serénate pues, relájate, y permite que este amor dirija tu vida. Respira hondo unas cuantas veces... ¿Estás preparado ya para acompañarme en este viaje de despertar? ¡Pues pongámonos en marcha!

Empezaré por explicar el origen de mi sentimiento de urgencia. Si has leído mis otros libros, sabrás acerca de la existencia de Joanna, mi hija. Es una chica con una altísima capacidad espiritual, como ha demostrado con sus viajes astrales, sus premoniciones y sus conexiones con planos elevados de conciencia. Ello no quita que, en estos momentos, se encuentre en plena fase de la adolescencia. A raíz de un comportamiento que tuvo, le pedí que fuera a su habitación a reflexionar. Curiosamente, decidió ver una película de tipo espiritual. Mientras tanto, yo me quedé sentada en el sofá del salón, viendo un documental sobre los mayas. De pronto, salió de su cuarto, vino hasta mí y me dijo:

—Mamá, quiero hablar contigo. ¿Puedes apagar el televisor?

No era una petición muy habitual, así que lo hice, intrigada. Para mi sorpresa, se sentó en el suelo, a mis pies, con las piernas cruzadas, y empezó a hacerme preguntas sobre mi maestro, fallecido doce años atrás: cuáles eran sus gustos, su animal preferido, su comida favorita... Me extrañó que me preguntase todo eso, pero la conversación me atrapó completamente; no la asocié con una estrategia de una adolescente que estuviese manipulando a su madre para que le levantase el castigo. De repente, sin guardar relación con nada de lo que estábamos hablando, anunció:

NO HAY TIEMPO. NO QUEDA TIEMPO.

Totalmente desconcertada, le pregunté:

—¿Tiempo para qué?

Resulta que faltaban unos diez minutos para la hora de su cumpleaños, y al principio pensé que se refería a esto. Pero no. La observé, y estaba transformada. Presentaba el aspecto que tiene cuando está conectada con su Ser: su carácter, su expresión, incluso el tono de su voz, son otros. Y repitió:

—¡No queda tiempo! Tienes que buscar la forma de transmitirle a la humanidad que tiene que amarse, despertar al amor incondicional, antes de que sea tarde.

Primero le dije que podía hacerlo por medio de un nuevo libro, y después le sugerí un vídeo, pero insistió en que no había tiempo para eso. Y me preguntó:

—¿Cómo imaginas los próximos quince años?

Automáticamente, como ella estaba a punto de ser quinceañera, pensé: «Bueno, me habla de esta cantidad de años porque es el período de tiempo que asocia con la duración de su vida». De modo que intenté ser positiva y le dije:

—Yo confío en el ser humano; está despertando. ¡Mira los cambios que se están produciendo! Tenemos que cocrear, como humanidad, una versión mejorada de nosotros ­mismos. Fíjate en que a los cursos ya no vienen veinte personas, sino mil o dos mil, lo cual significa que está desarrollándose una transición, que se está desencadenando un cambio, que vamos bien.

Negó con la cabeza y repitió:

—¡No hay tiempo! Busca la fórmula, reflexiona. –Se levantó, me miró con la expresión de adulto que suele tener en estos casos y dijo–: Piensa sobre lo que te he dicho y a ver si se te ocurre una idea, un modo de transmitir esto y lograr que se haga realidad.

Se marchó y me sentí muy empequeñecida. Fui a la cocina a hacerme un té. Ahí estuve dándole vueltas al asunto. Pensé: «Tengo un congreso dentro de poco en México..., aunque antes tengo el curso zen.1 Pero al curso zen de Madrid vienen mil personas y no lo filmamos, con lo cual no llegará más lejos. A ver, ¿cuál es el título que le puse a esa charla que voy a dar en Guadalajara (México)?» (se trataba del encuentro internacional Yo Soy, en el que hablé el día 11 de febrero de 2017). Busqué el título y vi que era «Llegó la hora». Y pensé: «¿Será que tengo que transmitir algo en esa conferencia, o en ese viaje?». El corazón me iba a mil por hora; mi alma me estaba diciendo: «Sí, sí; esta es tu verdad. Hazlo, solo hazlo». Pensé: «Vale, ya está. Si tiene que ser, saldrá; si tiene que ser, será el momento, y al fin y al cabo no seré yo quien lo haga». Es decir, no sería el personaje Suzanne Powell quien haría eso posible, sino la parte más elevada de mí, en sintonía con el nivel colectivo. Y, efectivamente, las cosas parecieron encarrilarse esa misma noche, pues recibí un whatsapp en el que me decían que la conferencia de México se retransmitiría a escala internacional.

Mientras estaba en la cocina, vino Joanna y me dijo:

—¡Mamá, no sé qué me ha pasado! ¡Es como si hubiese cambiado de personalidad!

Me contó que estaba en su habitación viendo una película y que de pronto se sintió diferente. Lo que ocurrió es que «había vuelto» Joanna. De hecho, no tenía ni idea de que habíamos estado en el salón hablando durante cuarenta minutos. Lo negó rotundamente, hasta que compartí con ella algo de lo que habíamos estado diciendo; solo entonces reconoció que, en efecto, habíamos mantenido esa charla.

Una vez en México, tanto o más significativa que la conferencia en la que participé fue la entrevista que sostuve con José Luis Rueda, del CIRCAC (Centro de Investigación Rueda Cósmica, A. C.), en Guadalajara, en ese mismo mes de febrero de 2017. Habíamos previsto una conversación de diez minutos, pero me solté totalmente ¡y acabamos hablando una hora y media! Sentí que ahí había tomado su mejor forma el mensaje que quería transmitir, de modo que me apresuré a compartir la entrevista en cuanto estuvo disponible. En muy pocos días tuvo muchos miles de visualizaciones, lo cual demuestra que algo está cambiando en el seno de la humanidad: hay muchas personas que tienen el mismo sentimiento de urgencia que yo y anhelan despertar, si no lo han hecho ya. Esa entrevista fue la semilla de este libro que tienes en tus manos. Espero que te brinde las claves que estás buscando para transitar por estos tiempos tan revueltos como apasionantes de tal manera que te conviertas en un ser humano que piense, sienta y actúe en sintonía con el amor incondicional, fiel a su verdad.

No quiero finalizar esta introducción sin invitarte a leer, en el apéndice 2, el escrito de Carlos Rodríguez, presidente de la Fundación Carpe Diem, sobre esta época de transición que estamos viviendo como humanidad en el contexto del sistema solar y el cosmos, así como la entrevista que me hizo Francesc Prims, en el apéndice 3.

¡Te deseo un feliz y rápido despertar!


1- El curso zen se basa en el control del sistema nervioso mediante la respiración consciente, la meditación y una práctica conocida como toque zen. No está relacionado con ninguna religión ni doctrina, ni con la meditación zen budista (en nuestro caso, entendemos por zen estar conscientes las veinticuatro horas del día). Se imparte de forma gratuita en dos niveles, cada uno de los cuales tiene una duración de seis horas y se ofrece a lo largo de tres días. En ambos niveles se imparte una teoría sencilla y los participantes adquieren una capacidad real: a través de los chakras se estimula el sistema nervioso para que produzca sus propias sustancias químicas con el fin de optimizar la salud física y mental y, a la vez, mantener un equilibrio energético general. Con el curso zen la persona aprende a ser ella misma e incorpora una herramienta muy práctica para estos tiempos en los que vivimos: cada uno aprende sobre su propio cuerpo, sobre cómo controlarse y sobre cómo usar la herramienta para estar en paz y en calma en circunstancias que puedan ser conflictivas. También puede utilizar la herramienta para contribuir a la salud y la serenidad de otras personas. Para más información, visita suzannepowell.blogspot.com.es. También puedes suscribirte a mi lista de correo: correo.zen-subscribe@lafundacionzen.org.

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Capítulo 1

El sueño colectivo

El origen de nuestra amnesia colectiva

La humanidad actual está, en su mayor parte, dormida. Sí, parece que estemos despiertos; utilizamos la mente y no dejamos de movernos y de actuar. Pero ¿somos en realidad nosotros quienes estamos pensando, sintiendo, actuando? ¿Nos conocemos a nosotros mismos y manifestamos nuestro verdadero Ser en este mundo? ¿Sabemos que nuestra naturaleza es divina y que contamos con grandes capacidades? ¿O nos limitamos a aceptar los pensamientos y las creencias que nos han dado y nos encasillamos en una rutina, temerosos de destacar, de ser distintos del rebaño?

Como seres humanos, tenemos un potencial maravilloso y no lo estamos manifestando. Estamos rindiendo muy por debajo de nuestras posibilidades, encasillados en la mente –que opera solo en clave de tercera dimensión– y sometidos a la influencia de entidades que tienen interés en que sigamos en este estado.

El origen de esta situación en la que nos encontramos se remonta al final de la Atlántida. La civilización atlante desa­pareció a raíz de una gran catástrofe provocada por un meteorito que impactó contra la Tierra. Se estrelló chocando en sentido contrario a la rotación terrestre, y el choque fue de tal calibre que la rotación del planeta fue desacelerando, hasta acabar por cesar totalmente. Al dejar de existir la rotación, dejó de haber gravedad, porque la primera es la causa de la segunda, gracias al campo magnético que se genera. Cuando este campo magnético desaparece, los materiales menos densos comienzan a flotar. Esto ocasionó que la tierra y el agua se elevasen como un todo y formasen una gran nube alrededor del globo, densa y rojiza. Cuando ese material se precipitó, tuvo lugar el episodio que la Biblia describe como el diluvio universal, también conocido como diluvio rojo. Los atlantes que se hallaban en la superficie del planeta fallecieron, pero muchos otros se encontraban en la red de túneles que esa civilización había construido y lograron sobrevivir. Además, también había atlantes en el espacio en ese momento, a bordo de naves.

Los atlantes que habían sobrevivido por hallarse bajo tierra no pudieron evitar entrar en estado de coma a causa de la magnitud del impacto. Dos años después, el movimiento de rotación se reanudó, la nube de tierra y agua ya se había depositado sobre la superficie terrestre y los atlantes despertaron del coma. (La Tierra, sin embargo, empezó a girar en sentido contrario; por eso se dice en la Biblia que cuando las personas despertaron, el sol salía por el este y no por el oeste). Ahora bien, cuando fueron despertando, se encontraron con que eran víctimas de una amnesia colectiva. Salieron a la superficie y vieron que sus hermanos estaban regresando en las naves, pues ahora ya volvían a darse unas condiciones que les permitían aterrizar. Sin embargo, a causa del estado de olvido en que se hallaban, no los reconocieron y los tomaron por dioses que bajaban del cielo.

LAS PIRÁMIDES DE EGIPTO SE CONSTRUYERON ANTES DEL CATACLISMO

Los atlantes eran una civilización muy avanzada y sabían que iba a acontecer algo grave en el planeta. Se desplazaban en naves a distintos lugares del universo y preveían que la Tierra iba a cambiar su órbita, por lo que construyeron las pirámides de la meseta de Giza a modo de antenas, para saber cómo regresar si todo pasase a estar cubierto por el agua. En efecto, las pirámides, ubicadas en un terreno de cierta elevación, les permitirían establecer una conexión vibratoria que les posibilitaría localizar a sus hermanos. El cambio de órbita no llegó a tener lugar en aquel entonces, pues antes se produjo el accidente del meteorito, que no habían previsto.

Las pirámides reflejan un dominio técnico asombroso, que seríamos incapaces de replicar hoy en día. Los millones de piedras que las componen, de varias toneladas de peso todas ellas y colocadas con precisión milimétrica, no se tallaron con instrumentos de cobre ni se llevaron hasta el lugar haciéndolas rodar sobre troncos, para subirlas empujándolas y tirando de ellas. En realidad, se partió de un estado de conciencia elevado y se utilizó una alta tecnología. Los conceptos de tiempo, espacio y mano de obra que asociamos con nuestras construcciones no se pueden aplicar a las pirámides. Además, y curiosamente, existe una correlación entre el emplazamiento de las tres pirámides de la meseta de Giza y la ubicación de las tres estrellas centrales del cinturón de Orión.

Recordemos que todo es energía, todo son frecuencias, todo es conciencia. Y las pirámides tienen el poder de amplificar la energía. De modo que hay que ser muy cuidadosos: no podemos jugar con ellas ni limitarnos a verlas como objetos curiosos. Las pirámides incrementan lo que hagamos debajo de ellas, tanto si obedece a propósitos positivos como negativos.

Si bien los atlantes que estaban en la superficie se llevaron la peor parte en cuanto a los efectos del impacto del meteorito, los que se encontraban en las naves no resultaron indemnes. Concretamente, la profunda alteración que sufrió el campo magnético de la Tierra a causa del choque afectó a su sistema nervioso, que se vio estimulado. Por ello, recibieron con agrado las muestras de adoración por parte de sus hermanos cuando aterrizaron. Saborearon el poder que se les otorgaba y su ambición fue en aumento. Cuando llegó el final de sus vidas, no pasaron al plano al que van las almas que han vivido en conciencia, sino que, como ocurre en estos casos, se quedaron en la cuarta dimensión. Desde ahí las almas pueden afectar, y de hecho lo hacen, a las que están en la tercera dimensión viviendo sin la suficiente conciencia. De modo que los sucesivos líderes que habitaron en la Tierra se fueron viendo afectados por esos espíritus ambiciosos, que se han deleitado en influir sobre la humanidad de esta manera, manejando los hilos desde detrás del telón de forma solapada.

Factores de adormecimiento

A causa de lo expuesto, podemos considerar que la humanidad está recibiendo influencias de carácter multidimensional que la mantienen adormecida. A ello hay que añadir la afectación del campo magnético terrestre por una actividad solar inusual y por el desplazamiento del polo magnético, que hace que nuestro sistema nervioso esté más vulnerable. Ahondemos en esto un poco más.

Formas de intentar mantener dormida a la humanidad

El sistema imperante, diseñado a partir de la ambición y la sed de poder de unos pocos, fomenta el sueño hipnótico de la humanidad de varias maneras. Se trata de mantener al ser humano debilitado en el ámbito físico y mental, lo cual incluye alterar su sistema nervioso. Esto se consigue por medio de distintos tipos de radiación electromagnética y sustancias tóxicas y de estimular determinados comportamientos.

Los campos electromagnéticos de baja y media frecuencia, que incluyen las ondas que emiten las antenas de telefonía, los teléfonos móviles, el wifi, el microondas, las torres de alta tensión, los transformadores eléctricos o las redes inalámbricas, son perjudiciales para la salud. Aunque ha tendido a minimizarse el impacto de todo ello, está claro que afectan al sistema nervioso del ser humano, y la controversia acerca de su contribución al cáncer sigue abierta. Por otra parte, tenemos los campos electromagnéticos de alta frecuencia, producidos por la radiactividad, las radiografías y la radioterapia, que emiten un tipo de radiación no ionizante que no solo afecta al sistema nervioso, sino que es muy perjudicial para el organismo humano en general, pues daña directamente las células y el ADN. Las personas que son víctimas de este tipo de campos electromagnéticos pueden desarrollar cáncer si están expuestas a dosis de radiación bajas; si la radiación es más elevada, pueden experimentar alteraciones en la sangre, fatiga y náuseas poco después de la exposición; y si la radiación es más importante, pueden sufrir síntomas más graves e incluso la muerte en pocos días.

En cuanto a las sustancias tóxicas, tenemos los pesticidas, el mercurio presente en el pescado que consumimos, los citotóxicos, el flúor, los conservantes alimentarios, los tóxicos presentes en los productos de limpieza, higiene y cosmética, y un larguísimo etcétera. Por otra parte, cuando se llevan a cabo ataques químicos, la intención es controlar una gran cantidad de población; en esta situación, el ser humano está menos lúcido y no puede reaccionar debidamente.

No olvidemos tampoco el efecto adormecedor de la conciencia de la adicción a sustancias, desde las drogas y el tabaco hasta los edulcorantes artificiales y los potenciadores del sabor presentes en los alimentos.

Pero no son solo las ondas electromagnéticas y las sustancias tóxicas y adictivas las que mantienen dormido al ser humano. Con este fin, el sistema fomenta también los entretenimientos y las distracciones, que alcanzan el nivel de la adicción en muchos individuos. Son ejemplos de ello los eventos deportivos, los juegos de azar o los salones recreativos.

Cabe destacar especialmente la adicción a la tecnología, muy extendida por toda nuestra sociedad. Antes, cuando venía un invitado a tu casa, ¿qué te pedía? Quería saber dónde estaba el baño y si podía tomar un té o un vaso de agua. Hoy te preguntan si tienes código wifi y dónde está el enchufe...

Otro factor de adormecimiento de la conciencia es el fomento de la codicia. Y los aspectos físicos, materiales, son los que más alimentan el ego y la ambición. Es así como el sistema no para de incentivar nuestro deseo de cosas ­materiales. Continuamente se nos incita a que compremos el móvil de última generación, el coche más flamante... Ello mantiene al ser humano atado a la rueda del consumo y es un factor más que le impide despertar.

En definitiva, al sistema le interesa potenciar todo aquello que mantiene nuestra mente distraída y nuestro sistema nervioso alterado, pues de ese modo nos olvidamos de nuestra esencia y no emprendemos la labor de meditar, ir hacia dentro y reflexionar sobre la vida.

El efecto del Sol y del cambio de polaridad

Como veremos en detalle más adelante, el Sol está desplegando una actividad inusual en los últimos años, la cual repercute en el campo magnético de la Tierra y, por tanto, en el sistema nervioso del ser humano, que está más alterado. También puede ser que contribuya a ello el desplazamiento del polo magnético terrestre, del cual también te hablaré, pues este fenómeno tiene el efecto de debilitar el campo magnético del planeta.

La alteración del sistema nervioso hace que la gente sea más vulnerable a la influencia procedente de otras dimensiones. Las consecuencias: se han incrementado, entre la población en general, el nerviosismo, la irritabilidad y la necesidad de tener la razón. Hay mayor tendencia a los suicidios, a la violencia de género y a que se produzcan ataques psicológicos, verbales y físicos. El estrés imperante hace que las personas no controlen sus reacciones en cualquier ámbito. De esta manera, el ser humano está en modo reactivo y es muy fácil manejarlo y manipularlo. Así, el sistema puede imponer sin problemas sus propias directrices de control de las masas.

Los líderes y gobernantes también se ven influidos desde las otras dimensiones con mayor facilidad, de modo que los egos y la ambición que imperan en el ámbito político ponen trabas a las relaciones diplomáticas y acentúan la posibilidad de un conflicto internacional.

El contagio del «mal rollo»

Todos estos factores provocan que la mente del ser humano no esté en calma, que tenga demasiado ruido en su interior, con lo cual la persona no está receptiva a las buenas influencias, incluidas las de nuestros hermanos cósmicos y los maestros que habitan en otras dimensiones. Ni siquiera está receptiva a conectarse con su propio Ser. En cambio, se vuelve vulnerable a la influencia de las vibraciones negativas. Quien no controla su sistema nervioso ni su carácter no controla su mente; así, se convierte en una marioneta fácilmente manipulable.

Cuando se acercan «malas vibraciones» al campo magnético de un individuo, también cambian la frecuencia de todos los que se encuentran a su alrededor. Aquello que hay detrás de la persona, afectándola, termina influyendo en los demás. Un ejemplo clásico: toda la familia está en paz, disfrutando de la cena; al cabo de un rato llega el familiar que faltaba y se muestra de mal humor, porque ha tenido un mal día. Se sienta a la mesa y contesta mal, se queja, critica... Si intentasen apaciguarlo y abrazarlo, no estaría receptivo, pues querría seguir con su dinámica. El resultado es que los demás terminan contagiándose y de pronto todos están discutiendo con todos. La armonía ha acabado.

A causa de los efectos de las influencias multidimensionales sobre la gente, resulta oportuno hablar de que el ser ­humano se ve infectado por esas vibraciones negativas, más que afectado o influido por ellas. Contemplaré así este fenómeno de ahora en adelante.

No tenemos por qué resignarnos

Nadie ni nada nos puede hacer daño salvo que le demos permiso. Las personas o las entidades multidimensionales solo pueden afectarnos negativamente si les abrimos la puerta creyendo y pensando que tienen el poder de perjudicarnos. Si no les damos paso, serán incapaces de penetrar en nuestro campo magnético para infectarnos de ninguna manera.

Somos dueños de nuestras decisiones y podemos optar por actitudes, comportamientos y estilos de vida contrarios a la distracción, la ambición y el egoísmo, y favorables a la salud del cuerpo, la mente y el sistema nervioso. Si somos fuertes en estos ámbitos, será mucho más difícil que nos veamos infectados.

En cuanto a nuestro destino colectivo, somos nosotros mismos, el pueblo, quienes estamos permitiendo que los gobernantes hagan lo que les plazca. Nosotros los votamos y, con ello, estamos contribuyendo a sus actos. ¿Qué ocurriría si todos decidiésemos no ir a votar o votar en blanco? Que les quitaríamos todo el poder que les hemos cedido. No tenemos por qué seguir siendo el rebaño dormido que va hacia donde ellos nos señalan; es hora de que asumamos la responsabilidad de nuestro destino.

La agitación previa al despertar

Hay signos de que el ser humano está empezando a despertar desde el amor. Es algo que está en la agenda cósmica y evolutiva, de modo que aquellos que se esfuerzan por mantener a la humanidad dormida no podrán evitarlo. He aquí algunas de las señales que indican que algo está sucediendo: